Comparto un mensaje en el día de la no violencia contra la
mujer elaborado por Cristian Soto.
Esto lo escribí en el mes de marzo, en el marco del día de
la mujer. Quiero recordarlo hoy, en el marco del día de la no violencia contra
la mujer.
¡A PROPÓSITO DEL DÍA DE LA MUJER!
Durante todos estos días se han realizado amplios
preparativos para la llegada de una de las celebraciones más comentadas del
año: el día internacional de la mujer. Un tiempo para resaltar el lugar social
de las mujeres, su desempeño en el mundo familiar y las valoraciones culturales
atribuidas respecto a ellas.
Los chocolates, mensajes de texto, dedicatorias musicales y
envío de flores son actos bellos, pero no todo es color de rosa: durante el
resto de año muchas mujeres, en vez de recibir margaritas, lirios, girasoles y
rosas, reciben insultos, golpes, palabras fuertes y menosprecios.
-Aún hay mujeres quemadas con ácido.
-Aún hay discursos machistas que ponen en duda los talentos
de las mujeres: “¿qué más se le va pedir a una mujer?”, “con razón, es una
vieja la que va manejando”.
-Aún hay mujeres abusadas sexualmente, aún por su pareja,
quienes se han visto obligadas a sostener prácticas sexuales en el momento que
no lo desean, pese al posible cansancio, enfermedad o estado de ánimo.
-Aún hay mujeres que se tienen que quedar calladas por deber
"respeto absoluto" a quienes las tratan como si fueran sus dueños.
-Aún hay mujeres que tienen que pedir permiso para salir a
tomar un café con sus amigas o que no pueden hablar con otros hombres porque
podrían ser tildadas de coquetas o de infieles.
-Aún hay mujeres que reciben acosos laborales y reciben
salarios injustos.
-Aún hay mujeres que jamás reciben cooperación de sus
familiares para realizar las labores domésticas, a quienes les han dicho que
son las “responsables exclusivas” de lavar, de planchar, de criar a sus hijos y
de asistir a la reunión de padres de familia. Los hombres no le ayudamos a las
mujeres en las labores domésticas, ¡participamos!, porque también comemos,
también nos vestimos y también hacemos desorden.
-Aún hay mujeres que dependen única y exclusivamente de
otros, aguantan insultos y humillaciones porque les han dicho miles de veces:
“¿tú qué harías sin mí?”
-Aún hay mujeres que justifican los actos de violencia
física y simbólica por miedo al abandono, lo que les lleva a decir: “él es muy
bueno, ese es el único defecto que tiene” o peor aún: “¡yo lo provoqué!
-Aún hay mujeres que ven en riesgo su salud por exponerse a
ciertos procedimientos, buscando ajustarse a un prototipo de belleza.
-Aún hay mujeres que, en vez de disfrutar su tiempo de
soltería, se llenan de desespero y confusión porque temen ser tildadas de
“solteronas”, “amargadas” o “raras”; por eso es que muchas expresan: “prefiero
decir que soy separada y no que me critiquen por ser solterona”.
-Aún hay mujeres que no conocen la frase: ¡hago respetar mis
derechos!
Amigos: sigamos dando flores, sigamos dando serenatas,
sigamos mandando mensajes hermosos en honor a las mujeres; adicionalmente,
asumamos los siguientes compromisos:
-Comprometámonos a eliminar toda manifestación violenta en
contra de las mujeres, porque hay palabras que duelen más que los golpes.
-Asumamos el compromiso de no ser cómplices de actos
violentos en contra de las mujeres, podemos decirle a nuestros amigos: “respeta
a tu novia”, “no está bien que le hables así a tu esposa o a tu madre”, o “no minimices
el trabajo de tus compañeras”.
-Denunciemos todo ejercicio de violencia en contra de las
mujeres.
Las situaciones de maltrato, violencia y uso de poder
autoritario no sólo están dirigidas por parte de los hombres hacia las mujeres,
pues también hay muchas mujeres que violentan; de tal modo, el presente escrito
es un pretexto para reiterar nuestra necesidad de fomentar nuevas formas de
relacionarnos entre hombres y mujeres, y de herir con más fuerza a ese gigante
llamado patriarcado.
Tengo claro que no es un mensaje sencillo y que, a lo mejor,
dejo muchas cosas por fuera, pero también tengo claro que entre todos
seguiremos escribiendo este relato, ya sea para seguir contando historias
tristes o para insinuar con felicidad: ¡hay un mejor país para las mujeres!
Cristian Soto.
Es crucial que como sociedad nos confrontemos frente a esta situación de maltrato que vive la mujer y mejor aún que nos transgformemos en las formas en que nos relacionamos entre los generos y dentro de los generos, que el respeto a las personas prime sobre cualquier consideración y que el tacto se manifieste en toda relación
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